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Playa Park: del parque del Pitufo al olvido entre ruinas y escombros

Hubo un tiempo en que, al entrar a La Manga, un enorme Pitufo azul saludaba a quienes llegaban con bañador y toalla. Era el guardián del Playa Park, el primer gran parque de ocio de la zona, un lugar mágico que marcó la infancia de muchos en los años 80 y 90.

Situado entre Puerto Bello y Tesy, aquel rincón era una auténtica aventura. Tenía minigolf, Tren Santa Fe, pistas de tenis, la zona de Egipto llamada Ruta del Nilo, castillo de bolas, motos eléctricas, el Toro Salvaje y hasta un tobogán acuático. Pero lo más recordado por todos era su discoteca hinchable “Disco Bounce”, una enorme bola negra donde sonaba música y los niños bailaban y saltaban sin parar.

Aquel era el parque del Pitufo, como muchos lo llamaban cariñosamente. Un lugar que, para quienes crecieron en aquella época, fue sinónimo de verano, risas y vacaciones en familia.

Con el paso de los años, Playa Park fue apagándose. A principios de los 90 el recinto cerró definitivamente, y lo que antes era alegría se convirtió poco a poco en ruina. Hoy, sus restos apenas resisten al abandono: accesos en mal estado y una montaña de escombros gigantesca que ocupa gran parte del terreno, mientras la entrada todavía muestra señales de lo que un día fue el acceso más alegre de La Manga.

Hace ya tres años que se proyectó levantar en su lugar un gran complejo deportivo privado, con especial protagonismo para los deportes náuticos. Una idea prometedora que buscaba devolver la vida a este espacio histórico.
Pero la realidad, de momento, es otra: todo sigue igual. El terreno continúa degradándose y la mayor parte del espacio se utiliza ahora como aparcamiento en una zona donde precisamente escasean las plazas.

Quizás el Pitufo ya no esté, pero su recuerdo sigue ahí, en la memoria de quienes vivieron aquellos veranos únicos.
Playa Park fue más que un parque: fue una parte feliz de la historia de La Manga.