En 2015 se puso fin a una etapa que marcó la vida nocturna de La Manga del Mar Menor. La histórica discoteca El Zeta, conocida en sus inicios como ZM-101, comenzó a ser derribada por orden de la Demarcación de Costas, al ocupar parte de la zona de tránsito en la franja de El Vivero.

Durante días, varias palas fueron reduciendo a escombros unas instalaciones que llevaban más de dos décadas en pie y que no llegaron a abrir sus puertas el último verano. Con ello, desaparecía uno de los enclaves de ocio más recordados de la zona, un lugar en el que miles de personas vivieron noches inolvidables.

El cierre fue consecuencia, según fuentes empresariales, de las discrepancias entre el inquilino, Marcos Martínez —propietario de otros locales como Teatre en Murcia— y el dueño de los terrenos, Francisco Celdrán, que también es propietario de Las Salinas de Marchamalo y de amplias extensiones en la zona de Los Belones. Además, Costas obligaba a derribar las partes construidas en zona de tránsito: casetas, tarimas de madera, barras, vallados y una edificación usada como restaurante.

Las imágenes del derribo circularon rápidamente por las redes sociales, acompañadas de mensajes de nostalgia. Centenares de personas compartieron sus recuerdos de las noches pasadas en El Zeta, lamentando el final de una etapa que formaba parte de la identidad veraniega de La Manga.

No obstante, la discoteca también arrastraba un largo historial de quejas vecinales por el ruido y la afluencia masiva de vehículos hasta altas horas de la madrugada. Varias sentencias judiciales suspendieron su actividad en el pasado y las tensiones con los responsables municipales fueron constantes a lo largo de los años.

El futuro de la parcela, sin embargo, no quedó vacío. El propietario, Francisco Celdrán, ya mantenía conversaciones con un empresario de la zona interesado en levantar un nuevo proyecto de ocio. Ambas partes esperaban a la finalización del contrato de alquiler para dar forma a la propuesta, que se anunciaría en los meses posteriores.