Accidentes y problemas laborales en La Manga durante su construcción

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Imagen de obreros durante la construcción de la Torre Hexagonal / DLM

En tan solo tres años La Manga estaba ya repleta de núcleos en construcción y numerosas plantillas de operarios repartidos por todas las obras.

Según la prensa de la época el primer trabajador fallecido fue Domingo Solano, el viernes 9 de febrero de 1968, como consecuencia de un accidente de carretera al chocar el camión que lo transportaba (matrícula MU-93.955) a La Manga junto a otros trabajadores, con otro que se encontraba estacionado en la carreta Cartagena-La Unión, a la altura de Alumbres.

Quedaron heridos de consideración en el mismo accidente Francisco Vivancos Jiménez, Juan Egea Gómez, Antonio de las Casas Martínez, Juan Pascual Cánovas, Domingo Alcaraz y Antonio Miñano García. Todos ellos de pronóstico reservado.

El hecho de que ninguno de estos nombres aparezcan en los primeros listados de trabajadores contratados por las distintas empresas creadas en la zona hace pensar que, posiblemente, se trataran de subcontratas o empleos precarios no declarados.

En cualquier caso el transporte de operarios hacia las numerosas construcciones que se estaban realizando en La Manga obligó a la familia Maestre a tener que contratar algunos camiones para tal fin. Por ejemplo, Urmenor contrató el 5 de diciembre de 1967 el camión matrícula MU-69237, propiedad de Soledad Belmonte Meroño, “ante la necesidad de trasladar al personal obrero que reside en El Algar, Los Velones, Cabo de Palos y por la distancia de éstos de su lugar de trabajo”.

Las relaciones de estos operarios con los mandos intermedios que gestionaban las obras muy pronto provocó algunos enfrentamientos que trataron de resolverse a través de peticiones por escrito dirigida a “jefes de confianza” ante el temor de que cualquier protesta pudiera convertirse en despido inmediato al instigador de éstas.

Del 24 de junio de 1968 contamos con una carta especialmente tensa: un grupo de trabajadores acusa a la Oficina de Obras de Ribenor de trato desigual y lo reflejan de forma (“…confidencial, particular y sobre todo de amistad para que nos ayudes”) que entregan al responsable de obras, José María:

“Fernández no ha disfrutado vacaciones desde que pertenece a Ribenor (tres años) y a Baños se le cumple la segunda temporada en idéntica circunstancia [mientras que] tu, Vivar, Joaquín sí que disfrutan las vacaciones. ¿Por qué lleváis el trabajo más al día? ¡No! Porque el año pasado nos pasasteis con muchísimo retraso vuestras operaciones contables habida cuenta de que habíais estado de vacaciones… hemos recibido cargos de hasta con seis meses de retraso”.

La carta continúa criticando las duras condiciones laborales en la que trabajan en verano… “…piensa que todo el personal sale de Cartagena a las siete de la mañana y regresa a las ocho de la tarde, en esta época de verano es criminal, pues al no poder comer en chiringuitos ni cafeterías, han de hacerlo en Cabo de Palos y, piensa por un momento el que sin medios de comunicación han de salir andando a 40º por la carretera y sobre todo que es más peligroso, regresar después de comidos a la misma o más temperatura. Esto no hay quien lo resista”.
…tu bien sabes –continúa la carta- que se rinde más en estos meses si la jornada es de 8 a 2 que si la jornada es de 9 a 1 y de 3 a 6 pues por la tarde a ver a quien obligas a dar palo, máximo teniendo en cuenta que después de comer llegan reventados (tu bien conoces que esto es verdad)”.

El autor de la carta, desconocido al no estar firmada, concluye las quejas criticando que el mismo José Luis Rubio les dijera que algunos hacían reposo “por prescripción facultativa” (García Meroño) o que otros podían dormir la siesta “por su edad” (Antolinos) produciéndose un desagradable agravio comparativo.

El trabajador finaliza el texto pidiendo al receptor de la carta que le advierta si estas protestas son causa de “cualquier motivo que pudiera perjudicarnos”.