Delincuencia en Cabo de Palos durante los años treinta del siglo XX

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Imagen de Cabo de Palos en 1934 / DLM

El 12 de agosto de 1931 la Guardia Civil detuvo en Cabo de Palos a tres individuos que vendieron armas ilegales a varios vecinos de Alcantarilla. Según los datos aportados por la policía los malhechores escondían las armas en algún lugar de Cabo de Palos hacia donde iban frecuentemente para recoger el cargamento.

“Los detenidos hacían frecuentes viajes en automóvil, haciendo alarde de gastar mucho dinero, sin que este hecho pudieran justificarlo a la guardia civil ya que carecen de bienes para ello. Se sabe también que Miguel Romero, Felipe Espinosa y José Aragón vendieron hace unos cuarenta días a don Alfonso Rubio Alcaraz, vecino de Alcantarilla, un rifle de dos cañones, calibre catorce y más tarde otro del calibre nueve, también de dos cañones a otro vecino de Alcantarilla llamado José Hernández, de oficio chófer.

También vendieron una escopeta a un vecino de Alguazas, cuyo nombre se desconoce.

Hace unos veinte días los tres realizaron un viaje a Cabo de Palos, conduciéndolo el chófer Andrés Aguilera Torres, y llevaron tres rifles. Después el conductor del vehículo regresó solo dejándolos allí.

La guardia civil al detenerlos les sometió a un hábil interrogatorio, para averiguar el paradero de las armas que dejaron en Cabo de Palos así como también la procedencia de los cargamentos de armas que parecía ser habían recibido”.

El pan más caro

Tres años más tarde, el 21 de marzo de 1934, el celador de la Diputación de Cabo de Palos puso en conocimiento de la Alcaldía de Cartagena «…que los expendedores de pan llamados Juan Trinidad Pérez Madrid, Antonio Sánchez Martínez y Isidro Romero Martínez se niegan a vender el pan a 0,65 céntimos el kilo como está marcado.”

Tanto Antonio Sánchez como Isidro Romero son dos comerciantes reincidentes que ya sufrieron una sanción idéntica el 28 de agosto de 1929 motivo que provocó la puesta en marcha de un expediente sancionador.

Una intoxicación alimentaria

El 21 de noviembre de 1935 salta a la Prensa un extraño caso de intoxicación alimentaria que acaba afectando a más de cinco mil personas en toda la Región de Murcia. Las pesquisas se centran en un vecino de Cabo de Palos quien, al parecer, comerció con barita, un mineral habitual en las minas de La Unión, y que incorporó no se sabe cómo a la cadena alimentaria.

“Hoy ha sido detenido en el pueblo marítimo de Cabo de Palos, un carretero que efectuó cargas de barita para el proveedor José Meroño Olmo. A última hora se ha procedido a la detención de Abelardo García Salas. Este manifestó que en su molino había molido, por encargo de Meroño, una partida de mineral, aunque no pudo suponerse cuál sería el objeto ni fines.”

La noticia se mantiene unos días en los periódicos nacionales por la increíble cantidad de intoxicados y los pueblos afectados…

“Cada día se registran nuevos casos de intoxicación. Hoy el radio de acción se extiende hasta San Javier y La Unión, es decir, que del campo se ha extendido a las poblaciones marítimas. En San Pedro de Pinatar y Los Alcázares, hay también numerosos casos de enfermos por intoxicación. En la última de estas localidades oscilan alrededor de cuarenta; ninguno de ellos afecta a los soldados del aeródromo.

En Pacheco se encuentra un equipo de enfermeras llegadas de Madrid, por expreso deseo del ministro, señor Salmón. Traen la misión de procurar los medios de alimentación que precisen todos los enfermos.

Se está confeccionando un censo muy escrupuloso, determinando los síntomas de cada enfermo.

En el Consejo de ministros del viernes se tratará de este grave problema. Los cinco mil y pico de atacados se encuentran aún en período estacionario, según informe de los médicos.”