Las fiestas veraniegas en Cabo de Palos durante el segundo decenio del siglo XX (I)

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Imagen de Cabo de Palos durante los años previos a la Guerra Civil / DLM

Tras el primer decenio podemos continuar documentando las fiestas veraniegas de Cabo de Palos durante los años veinte.

Firmado por F. Salinas aparece una pequeña reseña en un artículo aparecido en prensa el 19 de agosto de 1922 donde se anuncia el inicio de quince días de fiestas en el poblado:

“Dirigida por la bella y simpática señorita hija del excelentísimo señor general Barrera y con la cooperación de distinguidas familias de esta localidad se celebrarán hermosas fiestas durante quince días.

Ya era hora de que personas pudientes se encargasen de proporcionarle vida a este pueblo, al que la naturaleza dotó de sus encantos más preciosos.

Cultivemos el jardín; con un poco de cariño por esta hermosa tierra, podéis señores capitalistas, hacer de Cabo de Palos una playa moderna, ya que la parte principal la ha cedido gustosa la Diosa Naturaleza.

Ánimo y a divertirse.”

Y, el 20 de agosto de 1925, encontramos otro extenso artículo (“Deliciosas verbenas”) donde el autor da incluso abundantes datos de los protagonistas.

 “¿Quién ha dicho que la verbena es fiesta vana, ñoña y, por muy azul demasiado sin substancia y no poco ridícula?

…así de primorosas han resultado las dos verbenas que en la apacibilidad de unas noches admirables han diseñado, en un reducido telón de Cabo de Palos, un haz de paraíso…

… María Eulalia, la simpar María Eulalia, vestida, por todo adorno, con los tocados de su natural belleza esplendente; Adelia, la del suntuoso mantón de Manila vestido con todas las gracias de su singular gentileza; Presentación, convertida en ‘apache’ lindísimo; Juanita, Conchita, y tantas otras –todas tan bonitas, tan elegantes- con los acordes de un organillo, caduco pero de jóvenes entrañas de sensibilidad de orquesta grande, hemos pensado con sinceridad que una verbena junto a las orillas del mar es una fiesta jubilosa, que se adentra arrulladora en nuestra alma, adormeciéndonos en un sueño encantador, pleno de seducciones, de halagos y de felicidad… nombres por no olvidar ninguno. Pero no nos resistimos a la tentación de enviar nuestros plácemes a las dos figuras de más realce por su actividad: a la señorita Julia Frigard, alma de la fiesta, y al señor don Manuel López Gálvez, cimiento, columna y techo de la simpática comisión.

En las verbenas, lucidísimas y suntuosas, brilló la alegría, la selección y el buen gusto. Los mantones de manila, riquísimos todos, figuraban en aplastante mayoría.

Vimos en ellas a las bellísimas señoritas María Eulalia Guzmán, Ofilia Asensio, Catalina Campillo, Librada Cantó, señoritas de Clemares, Mary Carrich, Cecilia Carnicer, María Cegarra, señoritas de Cuesta, Consuelito Conesa, Consuelito Escámez, Manolita Ferrer, señoritas García Ráez, Caferina Cogorza, Isabel Luengo, Conchita Madaria, Herminia Martínez, señoritas de Maestre Pérez, Miquita Martínez, señoritas de Martínez Garrigos, Trinidad Meroño, señoritas de Navarro, Fuensanta Navarro, Adelia Plazas, señoritas de Payá y López, Presentación Pujante, Conchita Quiles, señoritas de Ros Manzanares, Carmen Ros, Adelaida Roch, Manolita Sánchez, María Solé, señoritas de Salmerón Franco…”.

Todos estos artículos están basados en información recopilada en el libro “De Cabo de Palos a La Manga del Mar Menor. Del siglo XV al XX” (Edlibrix, 2016 -segunda edición-).