El sábado 24 de julio de 1993 la banda terrorista ETA incluyó al Hotel Cavanna y el Doblemar Casino en una serie de atentados perpetrados en pleno verano por el Levante español, junto a algunas entidades bancarias y supermercados de Alicante y el trasbordador que cubría el trayecto Denia-Ibiza.
“A primera hora de la mañana de ayer -informa La Vanguardia- se restableció la normalidad en el hotel Cavanna de la Manga (Murcia), que había sido desalojado la madrugada anterior al recibirse sendas llamadas telefónicas, en el periódico vasco Egin y en la sede de la Cruz Roja de Murcia, que anunciaban, en nombre de ETA, la colocación de un artefacto explosivo.
Alrededor de las nueve de la mañana, las ochocientas personas evacuadas –en su mayoría turistas procedentes de Madrid- volvieron a sus habitaciones después de que artificieros de la Guardia Civil finalizaran la inspección del edificio.”
El explosivo, de escasa potencia, estaba compuesto de amonal y se encontraba en una caja de tetra-brick escondido en los servicios cercanos a la piscina provocando, según algunos testigos presenciales,
“…un pequeño fogonazo por efecto de un petardo”.
ETA, además, atentó contra el hotel Doblemar Casino, ese mismo fin de semana, provocando dos heridos leves como consecuencia del precipitado desalojo de las quinientas habitaciones y cerca de ochocientos clientes que había en ese momento dentro del hotel.
En sólo cuarenta y ocho horas se contabilizaron cuatro atentados -el del hotel Cavanna y Doblemar Casino, el del transbordador de Denia y las dos explosiones que afectaron a las sucursales del Banco Exterior y el Banco de Madrid, en Alicante-, a los que hay que sumar los que sufrieron el pasado martes hipermercados de empresas de origen francés en las localidades de San Vicente, San Juan y Finestrat, que tampoco causaron grandes daños.
Las amenazas, sin embargo, eran muy antiguas.
La primera vez que buceadores de combate de la Armada realizaron una inspección de fondos marinos en La Manga y Cabo de Palos en previsión de posibles atentados se remonta a la última quincena de junio de 1980.
Un problema añadido, señalaba la prensa de la época, que acabaría pasando factura al sector turístico murciano en los ochenta…
“Por lo que se refiere a los apartamentos, el panorama es peor. Son tantos los que se han construido de un tiempo acá, que cabría hablar de saturación, y la crisis económica, globalmente considerada, sin olvidar la incidencia de las amenazas terroristas de ETA, han hecho caer el mercado de alquiler de los mismos. Es muy fácil comprobarlo. Numerosos cartelitos bien visibles en balcones y ventanas indican a las claras lo que ocurre… …los tratos entre particulares y propietarios pueden cerrarse por bajo de las 60.000 pesetas mensuales, como término medio. Tampoco se notan alzas de consideración en restaurantes y lugares de esparcimiento: del 10 al 15 por 100 sería la tónica más generalizada”.
Todos estos artículos están basados en información recopilada en el libro “De Cabo de Palos a La Manga del Mar Menor. Del siglo XV al XX” (Edlibrix, 2016 -segunda edición-).
