Cabo de Palos: Ciento diez años del hundimiento del Sirio (y VI parte)

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Justo cuando la dotación de guardias civiles abandona la custodia del vapor semihundido aparecen en la prensa numerosas críticas por el expolio a que se ha visto sometido el Sirio por parte de ladrones “sin escrúpulos”.

“Según parece algunos de los náufragos del Sirio… …fueron al buque naufragado con objeto de recoger sus efectos y se encontraron con que los equipajes habían sido saqueados; los baúles estaban descerrajados y las maletas habían sido cortadas con navajas.
El hermano político de la difunta tiple señora Millanes que fue uno de los que hicieron la mencionada excursión, parece que ha dicho que los baúles que formaban el equipaje de su cuñada están casi vacíos, faltando de ellos ropas, alhajas y cuatro riquísimos mantones de Manila; solo han quedado dos sombreros y alguna otra prenda.
El equipaje del tenor Maristany ha sido también saqueado.
Algunos tripulantes del buque náufrago fueron á éste para recoger sus efectos, pero les acompañaban para vigilarles algunos marinos”.

La prensa nacional criticó fuertemente el censurable comportamiento de aquellos que, sin escrúpulos, subieron al Sirio a robar todo lo que podían…

“Lo ocurrido es verdaderamente escandaloso y produce vivísima indignación. Se han realizado actos de vandalismo y piratería, que no se conciben en un país culto y civilizado. El saqueo ha sido completo; los ladrones no han respetado nada.
Los maletones aparecen rasgados con cuchillos y completamente vacíos; los cobres están descerrajados. El espectáculo que allí se presencia indigna y sonroja á un mismo tiempo.”

En determinados entornos, reacios a aceptar que los mismos lugareños que salvaron vidas durante el rescate pudieran estar ahora haciendo incursiones para robar todo lo que podían, llegaron a difundir una poco consistente teoría donde culpaban a la propia tripulación de ser la causante del naufragio para apropiarse del oro y las riquezas que el Sirio llevaba. Sin embargo, las autoridades no dudaron en desplazar una dotación de guardia civiles para evitar esos expolios tras el naufragio, lo que dejaba a entender que los autores de los robos debían ser pequeñas embarcaciones desplazadas desde la costa para cometerlos y no la tripulación que ya se encontraba en Cartagena declarando o, simplemente, siendo atendida. No conviene olvidar el altísimo índice de pobreza existente en la Comarca de Cartagena en aquella época.

Y las consecuencias de tantos días de calor sobre los cuerpos de los ahogados empiezan a preocupar a las autoridades sanitarias y a los pescadores, que observan alarmados una espectacular bajada en el precio de venta de sus capturas.

Según el ABC:

“En las proximidades de las máquina se nota un hedor insoportable, lo que indica la existencia de varios cadáveres en aquellos departamentos. En Cabo de Palos costaba antes el kilo de pescado dos pesetas, y ahora, como nadie lo quiere, se vende á 30 céntimos”.

El Sirio, por fin, se sumergió en aguas del Mediterráneo hasta una profundidad de cuarenta metros. Mientras tanto, seguían apareciendo cadáveres hasta en la lejana Santa Pola y, a Vicente Buigues y a falta de reparación del Joven Miguel, le condecoraban con la Cruz Roja del mérito naval junto a su compañero de fatigas Agustín Antolino.

«Según me telefonean [añade el corresponsal del diario ABC] del Cabo de Palos, á las diez y media de la mañana de hoy se partió el casco del Sirio, hundiéndose la parte de la popa en el mar, que allí tiene una profundidad de 40 metros. La parte de proa se ha hundido más aun, acentuándose la inclinación sobre la banda de estribor. De los tres palos que antes se veían, ya sólo se divisa uno.

Los telefonemas de Cabo de Palos, á que antes hago referencia, dicen que han aparecido en aquellas costas nuevos cadáveres, de los que se encontraban dentro del casco del Sirio.

Se han comunicado las oportunas órdenes para extraerlos y darles sepultura. En Santa Pola han sido arrojados por el mar á la playa 24 cadáveres más del Sirio.”