El Comité Científico desmiente a la CARM y niega haber apoyado el dragado de las golas

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Las imágenes tomadas del Mar Menor desde el espacio muestran el proceso de eutrofización sufrido / DLM

El Comité Científico ha tardado horas en saltar tras la celeridad con que la Comunidad Autónoma anunció el apoyo que éste le había dado al dragado de las golas en el Mar Menor para permitir la entrada de agua del Mediterráneo.

La propia Consejería de Turismo, Cultura y Medio Ambiente fue la encargada de informar, incluso antes de que acabara la reunión del Comité, que el Gobierno regional contaba con el apoyo del grupo de trabajo de hidrodinámica para el dragado a través de una nota con el siguiente subtitular: «El informe del grupo de trabajo de hidrodinámica sobre el Mar Menor del Comité de Asesoramiento Científico concluye que es adecuado [dragar] para «garantizar el nivel de intercambio de agua con el Mediterráneo».

Según esta nota remitida a los medios de comunicación por la Comunidad Autónoma, el mismo martes 12, el informe de los científicos respaldaba la iniciativa del Gobierno regional ya que afirmaba que «ante la tendencia detectada y para evitar una posible colmatación total en algunas áreas de las golas de Las Encañizadas y de Marchamalo, sería adecuado realizar actuaciones de mantenimiento y restauración ambiental que permitan garantizar el nivel de intercambio de agua con el Mediterráneo en dichas zonas».

De esta forma la Comunidad justificaba una intervención que había anunciado el pasado 21 de octubre cuando pidió al Comité Científico que facilitara, de forma urgente, «una planificación de medidas y acciones que eviten que el Mar Menor se colapse por la falta de intercambio de agua con el Mediterráneo y que la laguna litoral quede aislada y sea un conjunto de agua estancada» esperando la reunión del grupo de Intercambio Hidrodinámico-Mediterráneo que, finalmente, se produjo el martes.

Ante la «estrategia» del consejero de Turismo, Cultura y Medio Ambiente, Javier Celdrán, el Comité Científico se ha visto obligado a tener que desmentir que el grupo de trabajo de hidrodinámica haya autorizado ni respaldado, a pesar de la nota enviada a los medios de comunicación por el consejero, la decisión del Gobierno regional de llevar a cabo dichos dragados.

El Comité matiza que la reunión del grupo era un paso previo para que, después, se evaluaran «las consecuencias que cualquier hipotética intervención pudiese tener en el estado ecológico del Mar Menor» sin que ello suponga el necesario apoyo que el consejero necesita para una intervención de este calado.

«El propio Director General del Mar Menor -añade- aseguró que los resultados de este grupo de trabajo no llevarían a tomar ninguna decisión que no fuese previamente consensuada con el Comité al completo» algo que la propia Comunidad ignoró cuando filtró parte del texto del informe del grupo de hidrodinámica a la prensa.

Según el Comité Científico del Mar Menor «para evaluar las consecuencias de potenciales dragados es necesario tener en cuenta sus impactos sobre la ecología lagunar, las comunidades biológicas, las especies protegidas y los hábitats existentes en la laguna, en Marchamalo y en las Encañizadas, aspectos todos ellos que, como es lógico, no forman parte de los objetivos del grupo de trabajo de Hidrodinámica y, por tanto, no aparecen en su informe».

El Comité ha mostrado especial interés en aclarar a la opinión pública que durante la reunión del martes «sólo fue informado del resultado de dos modelos hidrodinámicos que fueron discutidos técnicamente» mostrando su malestar por el hecho de que la información «se distribuyó a los medios antes de que finalizara la propia reunión del Comité Científico».

Los seis científicos firmantes del comunicado consideran que es «imprescindible evaluar todas las consecuencias ecológicas de un posible dragado antes de tomar decisión alguna».

Un ecosistema singular

La profesora de la Universidad de Alicante y una de las firmantes del comunicado, Francisca Giménez Casalduero, ha explicado que un aumento del intercambio de aguas entre el Mar Mediterráneo y el Mar Menor provocaría que desapareciera «un ecosistema singular en el que, la elevada salinidad del agua y los cambios bruscos de temperatura, han permitido la evolución de poblaciones adaptadas a un ambiente extremo (hipersalino) e impedido el asentamiento de otras especies», según informa Diario 16.

«La salinidad -continúa Giménez Casaluduero- es la principal barrera ecológica entre el Mar Mediterráneo y el Mar Menor, y el hecho de dragar las golas disminuiría el nivel de salinidad de la laguna, lo que provocaría una pérdida de biodiversidad y de calidad del estado ecosistémico al aumentar la probabilidad de crecimiento masivo de especies dañinas».

Además, Giménez Casalduero afirma que el dragado de las golas no solo perjudicaría al Mar Menor, por el descenso de su salinidad, sino también al Mediterráneo, donde la salida de agua cargada de nitratos desde la laguna afectaría «muy negativamente a las praderas de posidonia, que tienen plazos de recuperación de cientos de años».

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