La Manga y el Mar Menor SOS

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Mis recuerdos sobre La Manga son los mismos que del Mar Menor. Ya en su nombre viene unido hasta en su propia definición, su propia descripción y significado.

Hoy no puedo dejar de hablar de la llamada de auxilio que nos está gritando el propio mar.
“el mar, la mar…..” como decía el propio Rafael Alberti

Cuando tengo dudas, sobresaltos, dudas siempre me refugio en mis recuerdos, en mis referentes y hago ensoñaciones de conversaciones imaginarias cuestionándome sus supuestas preguntas y respuestas.

Cómo hay que afrontar una situación tan crítica como la que hoy sufre el Mar Menor es un diagnostico que requiere de especialistas.

Cuando estamos nosotros o nuestros seres queridos enfermos vamos al médico, evidentemente. Le escuchamos y en los casos más graves, como este nos mandan al especialista o al cirujano. Le llevamos todas las pruebas anteriores, toda la analítica, todos los historiales médicos previos.

Y lo escuchamos. Oímos, su diagnóstico y sus posibles soluciones. Todos sabemos que eso va a tener consecuencias. Tanto personales, familiares y de cambio en nuestras vidas. La enfermedad, sea la que sea, conlleva cambios en nuestras vidas.

Nos cuentan los riesgos, la cirugía, la recuperación, convalecencia y cuidados posteriores.
Salimos de esas entrevistas apabullados, asustados, y muy impresionados.

Y después de ese diagnóstico, nos vamos a casa, como mínimo angustiados. Como mucho sabemos que podemos ir a otra consulta, otra opinión médica. Pero no la discutimos, no hacemos de entrenadores de fútbol en el bar.

El tema es nuestra salud, o la de los nuestras personas queridas y con eso no se juega.
No se nos ocurre preguntar al político de turno, a la vecina, algún insensato lo hará, pero sabemos lo que tenemos que hacer y nos movilizamos para preparar a todo nuestro entorno para que nos ayuden a pasar el golpe que nos va a cambiar la vida. Por un tiempo, más o menos largo, pero un tiempo de convulsiones vitales vamos a sufrir.

Sé que es una metáfora muy básica, muy primaria, pero no quiero ni puedo hacer de cirujana yo. Sé que el Mar nos llama, nos pide auxilio, nos está vomitando todo los tóxicos que tiene en sus fondos, y lo hace en nuestra cara, a nuestra línea de flotación, a nuestros ojos y nos manchan, nos salpica y nos dejan ver lo más asqueroso de sus entrañas.

Estamos aturdidos, ofendidos, pero toda esa putrefacción la hemos dejado ahí nosotros, somos los culpables y responsables. Pretender cambiar el destino de esa basura es en sí una irresponsabilidad.

No hay que esconderla, mandarla más lejos. No hay que disimularla o maquillarla. Hay que dejar de emitirla. Hay que tratarla, desinfectarla y purificarla. Hay que saber cómo trabajar con la naturaleza, como si fuéramos judokas, usando su fuerza y su poder a nuestro favor, no enfrentándonos a ella.

Ya sabemos que la basura existe. Ya sabemos que no es posible convivir con ella, en una armonía aceptable. Es demasiada cantidad, demasiado tóxica y venenosa. Barrerla debajo de la alfombra era posible, eso parece, para algunos hasta ahora.

Llevo muchos años leyendo sobre ese Mar Menor, y todos sabíamos que existía. Hay que hacer nuevas reglas del juego, hay que cambiar leyes y reglamentos, pero si no cambiamos la educación de la comunidad que lo rodea, la información, y vamos a la divulgación de los técnicos ambientales, los científicos, y los profesores, todo será inútil.

Somos nosotros los que tenemos que entender lo que hay que hacer y no hacer. Si no nos concienciamos, todos, todos, no habrá suficientes policías para controlar todos esos cambios. Pero tenemos que convertirnos en activos, y saber que están jugando con nuestra salud, nuestro patrimonio, en el amplio sentido de la palabra.

Están jugando con nuestra vida, para salvar sus intereses.

Que cambien, que cambiemos, que salvar un interés de hoy puede ser mortal a la larga.
Incluso para los culpables, tan poco inteligentes, mataran la gallina de los huevos de oro.
Tan poco inteligentes como para buscar votos, cuando hay que buscar vida.

Esa vida mía con mis recuerdos, donde mi preocupación era elegir donde bañarme, elegir al norte de la Manga, donde poníamos todos nuestras toallas, dependiendo del día, del viento o el calor. Para el futuro quiero eso para todos, esas dudas, no otras.

Todo estamos en esa lucha, salvar ese Mar Menor de nosotros mismos, de nuestra avaricia y nuestra inconsciencia.

Todos estamos detrás de ese «Salvar el Mar Menor» o todos tenemos que estar, pero sabiendo que requiere sacrificios de todos.

Desde mi lejanía física estaré con vosotros en día 30 de Octubre.

Mi pancarta será la que vosotros habéis elegido, la que vosotros decidáis, los vecinos, los luchadores por el Mar Menor.

#SOSMarMenor