Tiempos de acuerdos y de utopías. Tiempo del Mar Menor (y II)

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banner opiniónEn el año 2.016 la sociedad en general pudo constatar escandalizada lo que los científicos anunciaban desde hacía décadas, que la actividad que se venía desarrollando en su costa y en sus zonas de influencia, Campo de Cartagena, había llegado a colocar al borde de la muerte a ese lugar excepcional. Se encendieron las luces rojas anunciando un posible deterioro irreversible, una superación de las líneas que hacían muy difícil que el Mar Menor se defendiera, por si solo, de las agresiones que venía sufriendo desde décadas. La ciudadanía se sensibilizó y se movilizó, se realizaron estudios, comisiones e incluso se aprobó una ley de protección del Mar Menor.

Sin embargo, las noticias que venimos viendo y oyendo nos señalan que todo ello no ha sido suficiente, que no ha existido la necesaria coordinación, ni los necesarios medios, que lo que parecía una recuperación del enfermo, que ojalá lo fuera, puede ser efímera y que no se ha hecho lo suficiente para lograr una recuperación a corto ni a medio plazo y que estamos ante la posibilidad de que el Mar Menor ya no lo podamos conocer nunca en la forma que lo hemos conocido. Lo que pasará dentro de cientos de años es algo que escapa de quienes vivimos en este lugar del planeta y dependerá de lo que suceda en el mismo.

Es por ello por lo que creo que en estos momentos de acuerdos tras las elecciones generales, de comunidad y municipales que hemos tenido, es momento de realizar un nuevo impulso, un nuevo esfuerzo, un gran acuerdo, un gran pacto, con la Utopía de intentar declarar al Mar Menor como Parque Nacional, o figura jurídica análoga, en donde el Estado y la Comunidad, así como los municipios ribereños se coordinen, donde nuestras Universidades se impliquen totalmente, con la idea central de que ese sitio excepcional sea el bien primero a proteger, y todos los demás se pongan en relación con el mismo.

Quizá sea el momento de crear un Patronato, como dice la mentada Ley de Parques nacionales, “…de forma independiente a cualquier otro órgano de participación que pudiera existir…… en el que estarán representadas las administraciones públicas implicadas, incluyendo los entes locales afectados, los agentes sociales de la zona, los agentes que desarrollen actividades económicas en el seno del parque nacional, los propietarios públicos y privados de terrenos incluidos en el parque y aquellas instituciones, asociaciones y organizaciones relacionadas con el parque o cuyos fines concuerden con los objetivos de la presente ley.

El número de los representantes designados por la Administración General del Estado y por las comunidades autónomas será paritario…”, y que lo presida alguien de reconocido prestigio internacional, con capacidad de coordinación de las distintas sensibilidades e intereses existentes, con capacidad de trasladar al ámbito nacional y europeo la situación de emergencia en la que se encuentra nuestro MAR MENOR, de conseguir los importantes fondos económicos que sin duda se requieren y de concretar las medidas que a corto y medio plazo son absolutamente necesarias para evitar que la catástrofe anunciada se produzca.

Creo que la recuperación del Mar Menor, el evitar su destrucción, además de una obligación con las generaciones futuras, es una necesidad para la presente, que ese fin esencial e incuestionable, fomentaría y sería compatible con una agricultura de estudio permanente e investigación y desarrollo, con una relación intensa con nuestras Universidades, que les convirtieran en referencia mundial en algo esencial para la supervivencia futura de la humanidad, que nos permita decir orgullosamente que somos la gran y sostenible huerta de Europa, una agricultura avanzada y modélica en el respeto al medio ambiente y no una agricultura que antes o después sería cuestionada por la sociedad, una agricultura atrasada y que avanzaría a un final irremediable, trasladándose a otras zonas geográficas.

Un Mar Menor recuperado igualmente conllevaría un turismo integral de cultura, ocio, deporte, de calidad y estabilidad que supere el meramente temporal e insostenible. Todo ello redundaría, además, en empresas rentables, puestos de trabajo de calidad y prosperidad.

Son tiempos de acuerdos, son tiempos de pactos, creo que el Mar Menor debería ocupar un lugar especial y central en los mismos, no existe más tiempo para dilaciones, para discusiones estériles y tácticas cortoplacistas.

A.N.F.