Salvador García-Ayllón, «doctorado» en La Manga

0
Salvador García-Ayllón inaugura este sábado el ciclo de charlas "Historias de La Manga" / DLM

El profesor de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Cartagena y antiguo director general de Transportes y Costas de la Comunidad Autónoma de Murcia, Salvador García-Ayllón, inaugura este sábado el ciclo de charlas «Historias de La Manga» en el Hotel Izán Cavanna a las ocho de la tarde.

García-Ayllón tiene en su amplio currículum un dato no muy conocido pero que lo vincula inevitablemente a La Manga del Mar Menor: hizo su tesis doctoral en la Universidad Politécnica de Valencia sobre los inicios del urbanismo en esta estrecha franja de tierra.

Podemos decir que “está doctorado en La Manga” y que es, por lo tanto, una de las personas que más sabe sobre su origen urbanístico asociado al fenómeno del turismo español de los sesenta…

DLM: ¿A qué se debió este interés académico por el urbanismo en La Manga?

SG-A: “La Manga es un caso paradigmático de urbanismo nacional donde podemos observar el cambio sufrido durante el franquismo de salto de una sociedad agrícola y encerrada en sí misma a una sociedad abierta al exterior.

Fue uno de esos veinte polos que se acogieron a la Ley de Centros de Interés Turístico Nacional (CITN), repartidos por todo el territorio español, siendo la inversión realizada en Murcia una de las más fuertes e interesantes en la medida en que se creó de la nada. Mi interés académico surgió precisamente de eso. Se diseñó toda una potente estructura urbanística donde no había nada”.

DLM: Siempre se habla de dos CITN en la zona, los de La Manga Norte y Sur…

SG-A: “Sí, pero realmente hubieron más. Los grandes, efectivamente, fueron esos pero hubo otro en Playa Honda y otro en la zona específica de Dos Mares. Además, hubo un quinto que se intentó implantar posteriormente más allá de El Estacio, al ser una zona que no recibió inicialmente la potente inversión pública estatal e intentaron captar fondos para urbanizarla a través de ese nuevo CITN que al final no lograron.

En cualquier caso, los dos que acabaron ocupando la mayor parte de La Manga fueron de los que más ayuda pública recibieron en toda España”.

DLM: Y se creó un pueblo de la nada…

SG-A: “La Ley de Centros Turísticos tenían una doble idea cuando se diseñó. Por un lado, crear pequeñas infraestructuras en pueblos ya existentes para que el Turismo revitalizara la economía de la zona, como sucedió en Marbella; y, por el otro, diseñar “de la nada” complejos turísticos de calidad en terrenos sin interés agropecuario ni valor industrial, que es el caso de La Manga».

DLM: Bonet tuvo entonces “carta blanca” para diseñarlo a su antojo

SG-A: “Antoni Bonet planteó inicialmente pequeños núcleos de población cada dos kilómetros para La Manga con espacios verdes en medio y un enorme pulmón en la Plaza Bohemia.

El proyecto original de Bonet era un proyecto faraónico para una extensión de veinte kilómetros y en unas circunstancias sociales de los años sesenta en España donde había muy poca conciencia medioambiental (por no decir ninguna) y, mucho menos, normativa.

Bonet debía ceñirse a lo que la Ley decía: revitalizar la economía a través de un turismo prohibido hasta entonces en España ya que los primeros gobiernos franquistas lo consideraban inmoral y antipatriótico.

Los tecnócratas del Opus Dei que entraron en los gobiernos y que diseñaron esta Ley querían captar divisas extranjeras para equilibrar la balanza de pagos y por eso intentaron crear núcleos elitistas no masificados para gente con alto poder adquisitivo, que es para lo que realmente se diseñó La Manga.

En total iban a ser unos doce agrupamientos de edificios en altura esponjados entre ellos con una trama urbana de edificios de baja intensidad que los uniera. La carretera, por ejemplo, se diseñó sinuosa para compatibilizarla, de manera armónica, con las lenguas de arena que había. Realmente, Bonet fue un urbanista utópico».

DLM: Y su utopía chocó con la realidad. Por ejemplo, no le dejaron hacer los enormes pantalanes

SG-A: “Los pantalanes fue una de sus mayores utopías. Quería hacer en la parte del Mar Menor enormes pantalanes en forma de martillo, similares a los que había en Mónaco, donde se alojarían servicios asistenciales. Eran como los típicos balnearios de Los Nietos pero a lo grande.

Sin embargo, todo lo que Bonet quería hacer pasaba por las manos de Tomás Maestre Aznar y no siempre coincidían en sus puntos de vista. Casi todo lo que el arquitecto catalán no hizo, como los pantalanes, fue por problemas de viabilidad económica que Maestre le ponía encima de la mesa.

Ese aire naïf que Bonet planteó en muchas ocasiones para crear un ambiente de turismo de alta calidad no siempre acabó bien”.

DLM: La Manga acabó convertida en un núcleo “experimental” arquitectónico ¿Hay edificios dignos de ser conservados?

SG-A: “La Manga, hasta prácticamente los años noventa, albergaba el único reducto de la arquitectura española del siglo XX de toda la Región de Murcia. Solo en La Manga se concentraron obras de Corrales y Molezún, Bonet, Garrido, Fullaondo…

DLM: Sin ninguna figura de protección

SG-A: “No hay nada. Algunas edificaciones singulares de toda una época incluso se han perdido ya o han sido alteradas sus estructuras por los nuevos propietarios que le han cambiado el sentido para el que fueron creadas”.

DLM: Ahora, con cierta perspectiva, se aprecian auténticas chapuzas como los emisarios submarinos, los pozos ciegos…

SG-A: “La Manga se diseñó para 32.000 habitantes y Bonet era un arquitecto de grandes diseños, casi faraónicos, donde no entraba en profundidad en ese tipo de detalles. Además, hay que tener en cuenta que en los sesenta, como he dicho, había un enorme vacío normativo relacionado con el medioambiente. Solo cuando en los ochenta la Democracia empieza a articular normas proteccionistas, frente a una población estival en La Manga de doscientos mil habitantes, la ciudadanía empieza a tomar conciencia de la necesidad de rediseñar las infraestructuras construidas en los sesenta. Pero el traspaso de muchas competencias  a la Comunidad Autónoma y a unos ayuntamientos empobrecidos no ayudó mucho”.

DLM: El Estado no diseñó ninguna transición para La Manga

SG-A: “Cuando desapareció el franquismo el Estado se desentiende trasladando a las autonomías la propia gestión de sus recursos, como aparece reflejado en la Constitución. De esta forma entran en juego los ayuntamientos que vieron un auténtico chollo y que provocó una especulación pura y dura.

Hay un vacío legal donde no se sabe quién manda y quién decide con lo que los ayuntamientos se dedican a especular y el Estado deja hacer. No hay un plan para La Manga, nadie pensó en una transición.

Hablé varias veces con Tomás Maestre en su despacho de Madrid durante la redacción de la tesis doctoral y me reconoció que, a partir de los ochenta, tuvo que cuartear su proyecto desvirtuándose completamente esa idea unitaria que Bonet desarrolló.

Los particulares sobre los que recayeron muchos solares acabaron construyendo y buscando el máximo rendimiento a sus inversiones. Se acababa de perder la filosofía del Turismo de élite”.

DLM: ¿La Manga es sostenible económica y ambientalmente?

SG-A: “La Manga tiene un potencial tremendo, es un lugar icónico singular con valores propios que tienen pocos lugares en Europa. Aunque, eso sí, ha heredado problemas estructurales como la fuerte estacionalidad provocada por la mayoritaria presencia de segundas residencias construidas en los ochenta. Tiene capacidad de mejora pero no de la noche a la mañana”.

DLM: Necesitamos a la UE…

SG-A: “Fue durante mi cargo como director general cuando se puso en marcha una estrategia para recibir ayudas europeas concibiendo La Manga como un proyecto unitario recuperando la idea inicial de Bonet.»

El proyecto encajó bien en la UE aunque tuvimos que buscar respuestas que tuvieran cierto sentido común a determinados problemas. Por ejemplo, no podíamos sobredimensionar la Gran Vía de La Manga haciendo ocho carriles para evitar los atascos (por el alto coste que esto suponía) para que luego, por culpa de la estacionalidad, fueran infraestructuras sin utilizar la mayor parte del año. Había que racionalizar el dinero que pedíamos. Finalmente conseguimos 18,75 millones de euros”.

DLM: Finalizamos con los dos grandes temas de La Manga: Puerto Mayor y la entrada Norte

SG-A: “En relación a Puerto Mayor hágase lo que se haga convendría solucionarlo. Durante mi cargo comprobé cómo se ha ido complicando jurídicamente muchísimo el caso. Ahora queda ver qué se hace con la concesión, si se da la caducidad o no, y si se anula y se tira lo construido o no. En cualquier caso considero que La manga, con esa infraestructura, podría ser una parte del turismo de invernada para barcos ya que en Baleares no caben más y poco hay en la costa peninsular mediterránea que pueda ofrecer este tipo de servicio a los grandes yates.

Y en cuanto a la entrada por la zona norte el propio Tomás Maestre podía haberlo hecho pero prefirió comprarle las tierras a Celdrán y consolidar el proyecto al lado de Cabo de Palos, donde el acceso era mucho más fácil y barato.

El acceso norte es una debate que no tiene sentido planteárselo en estos momentos mientras haya el problema tan importante de estacionalidad que hay, pues sería imposible de amortizar económicamente dicha infraestructura, por lo que antes de volver a planteárselo es preciso solucionar el problema de la estacionalidad (al margen evidentemente del importante problema ambiental, que hace muy difícil cualquier actuación en ese área).

Una solución muy buena en mi opinión hubiera sido la pasarela ornitológica de madera que propuso San Javier pues hubiera aportado un importante valor añadido al turismo medioambiental en la zona que serviría precisamente para desestacionalizar la oferta turística”.