El Casino de La Manga, en marcha (y II)

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Un grupo de azafatas del Casino el día de la inauguración. / DLM

En julio de 1978 el nuevo Casino del Mar Menor se vio obligado a convocar una “escuela de croupiers” para formar a los futuros profesionales de las instalaciones dada la ausencia completa de personal cualificado en España.

Los posibles candidatos deberán ser españoles, mayores de veintiún años, conocimientos de inglés y francés, buena presencia y carácter y tener el servicio militar cumplido… “Asimismo deberán acompañar certificación médica acreditativa de su buen estado de salud; no padecer ninguna enfermedad infecto-contagiosa ni diabetes o epilepsia; presión sanguínea normal; perfecta distinción de colores con luz artificial; gozar de excelente oído, corazón y rapidez de movimientos y reflejos en brazos, manos y dedos”.

Por fin, el fin de semana del 26 de noviembre de 1978, Maestre inauguraba el último gran proyecto diseñado para La Manga a pesar de intentar, como veremos, poner en marcha otros dos inconclusos: la urbanización Veneziola y Puertomayor.

Tomás Maestre aparece como el propietario del setenta y cinco por ciento del Casino correspondiendo el resto a Stanley Ho, un empresario filipino dueño del Casino de Manila. Entre ambos aportaron un capital inicial de trescientos veintiséis millones de pesetas.

Ello explica la presencia de una nutrida colonia de filipinos asentados en La Manga (concretamente fueron veintisiete) llegados al Casino en calidad de expertos croupieres.

Para la explotación de las habitaciones del hotel Doblemar Maestre creó la Compañía de Explotaciones Turísticas y Hoteleras de La Manga del Mar Menor S.A. (Hotelmenor) desligándolo así empresarialmente de El Casino.

Aunque acabó inaugurándose ese fin de semana la apertura estaba prevista para el día 1 e iba a contar con la colaboración de una empresa alemana especializada en casinos, Spielbanken.

En la memoria de puesta en marcha del Casino, y tras la reunión que mantuvo la empresa alemana el 26 de abril con Tomás Maestre, se acordó escalonar la puesta en servicio de las mesas de juego tras una primera etapa que duraría hasta el 31 de diciembre de 1978. Posteriormente, previeron una “etapa intermedia” de enero a diciembre de 1979 “en la que irá aumentando –añade la memoria– el número de aquellas [mesas] a medida que la propia evolución del negocio y la concurrencia de la clientela al Casino lo hagan aconsejable… …estimándose que a partir de abril de 1979 fecha en que aumenta considerablemente el flujo turístico, deberá suplementarse básicamente el número de mesas en servicio”.

Publicidad del Casino en el diario ABC / DLM

En cualquier caso se acordó no colocar en la primera fase “ninguna mesa de juego de ruleta americana” y establecer en las salas de juego divisiones por medio de cortinas y/o biombos “para poder reducir en un momento determinado las áreas de juego”.

Como vimos con Rentasegura, era muy habitual en Tomás Maestre realizar trasferencias de dinero entre el complejo entramado de empresas que creó para la explotación de los distintos negocios. El Casino, por ejemplo, gestionado por Azarmenor S.A., recibió una inyección de dinero procedente de Parcemenor S.A. por valor de 75.260.000 pts. tras la compra en escritura, fechada el 4 de mayo de 1978, de 3.763 acciones de 20.000 pts. nominales cada una (de la número 7.054 a la 10.816, ambas inclusive.

El 24 de mayo de ese mismo año volvió a inyectar dinero procedente de Parcemenor suscribiendo una nueva escritura por importe de 22.240.000 pts. correspondientes a la compra de 1.112 acciones.

El 31 de diciembre de ese año aparece un ingreso realizado por Stanley Ho “en escritura” de 79.713.000 pts.

Casi un año más tarde, el 8 de noviembre de 1979, aparece una nueva compra de 1.435 acciones de Azarmenor por parte de Inmobiliaria Arjona por valor de 19.129.741 pts. (de la 65.837 a la 67.272, ambas inclusive). Sin embargo, esta operación se realizó al 66,66% del valor nominal lo que da a entender las dificultades financieras por las que atravesó el Casino al año de vida y la necesidad de inyectar dinero aun asumiendo una pérdida en el precio de venta de las acciones.

El proyecto del Casino, además, tuvo problemas jurídicos y económicos más adelante. Justo cuando la Comisión Nacional del Juego retiró la licencia a Azarmenor, por una enorme deuda con el Fisco de doscientos cincuenta millones de pesetas, Ho se retiró del negocio dejando a Tomás Maestre solo frente a las investigaciones que puso en marcha el Estado.

“Las investigaciones posteriores destaparon un extraño y opaco entramado de propietarios donde aparecía como accionista un magistrado excedente, un sacerdote de Cuenca, un interventor del Estado e incluso una empleada de hogar de sesenta y seis años que trabajaba para Tomás Maestre Aznar: ‘ha servido toda su vida en nuestra casa’ –afirmó Maestre-” (El País el 29 de marzo de 1989).

El 30 de mayo de 1980, además, Azarmenor fue condenada por Magistratura de Trabajo Número 1 de Murcia a la readmisión de cuarenta y un trabajadores, a los que despidió el 5 de abril de ese año, alegando que estaban en huelga ilegal. En caso de no readmitirlos tenía que abonarles más de catorce millones de pesetas en concepto de indemnización, salarios de trámite y liquidación.

Cuando fueron despedidos los trabajadores, entre los que había croupieres, camareros, valets, cajeros, recepcionistas, limpidadoras y guardacoches, se encontraban en huelga protestando, entre otras cosas, por la negativa de la patronal a negociar un convenio de empresa.

Fue el principio del fin de uno de los proyectos estrella de Tomás Maestre.

El Casino de La Manga, en marcha (I)

(Información obtenida del libro «La Manga del Mar Menor. Principales proyectos y estructura societaria», de este autor. Edlibrix 2018).