Un As en La Manga (I)

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Imagen del SM U-35 en aguas del Mediterráneo / JB

En la madrugada del 21 de Junio de 1916, por primera vez en la historia, hacía su entrada en Cartagena un submarino, el SM U-35, al mando del kapitänleutnant Lothar von Arnauld de la Periêre, uno de los ases de submarinos de la Marina del Káiser y que mantendría una larga vinculación con España.

Un año antes, en 1915, España había creado su Arma Submarina pero, en aquella fecha, nuestro primer submarino se estaba construyendo en los astilleros de la Fore River Co., en Quincy, Massachusetts, y no llegaría a nuestro país hasta el año siguiente. Por tanto, la expectación producida por la llegada del U-35 fue máxima y recogida por todos los diarios de la época.

El U-35 tenía su base en Pola, en la actual Croacia, entonces perteneciente al Imperio Austro-Húngaro, lo que daba una ventaja importante a los alemanes durante la Primera Guerra Mundial al tener una base permanente para su flota en el Mediterráneo. De hecho, a su llegada a Cartagena, Arnauld y su submarino llevaban ya un impresionante palmarés de buques hundidos. De hecho, dos días antes, el 19 de Junio había despachado para las profundidades a la goleta France et Russie, de 329 toneladas, a 50 millas al Norte de Sóller, y la goleta Mario C., de 398 toneladas, 30 millas al Norte de Menorca.

El submarino, de 64,7 m de eslora, entró sin ayuda en el puerto y se abarloó al costado del mercante Roma, también de nacionalidad alemana e internado en ese puerto desde 1914. La misión que traía Arnauld tenía varios frentes. Por un lado, el submarino transportaba una carta del Káiser Guillermo en agradecimiento a SM el Rey Alfonso XIII por haber acogido en Guinea a las tropas alemanas en retirada desde Camerún. Por otro, avituallarse de alimentos frescos y repuestos, lo que produjo protestas internacionales al violarse las normas de la neutralidad española, lo que no impidió que su comandante y la dotación fueran recibidos por las autoridades y agasajados, cumpliendo así otro de los objetivos que era pulsar a la opinión y dirigentes españoles para convertir Cartagena y otros puertos en puntos de avituallamiento.

Tras veinticuatro horas en puerto, el U-35 se hacía a la mar para continuar con su patrulla por el Mediterráneo. A su salida, tomó rumbo haca Cabo de Palos, barajando la costa mediterránea española hasta encontrarse y hundir, a primera hora de la mañana del día 23, con el vapor de pasajeros francés Hérault, de 2299 toneladas, 45 millas al NO del Cabo San Antonio y por la tarde con el mercante italiano Giuseppina, de 1872 toneladas, interceptado a 30 millas de Vinaróz. Este viaje, con destino a su base de Pola, estaría salpicado de nuevos hundimientos hasta su llegada.

Tras un breve período de alistamiento, el U-35 y su comandante iniciaban una nueva patrulla por la costa occidental de Italia, hasta retornar a su base a mediados de Agosto.

La siguiente patrulla lo volvería a traer a nuestras costas y, para el 2 de Octubre de 1916, a 150 millas al E de Cabo de Palos, hunde la corbeta francesa Rigel, de 1250 toneladas. No sería hasta el año siguiente cuando Arnauld y el U-35 volvieran a visitarnos.

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