Vela latina: la Gran Regata del Vivero

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Si Joseph Conrad estuviera vivo, seguro disfrutaría de un asiático en el sombraje del albergue de pescadores del Vivero, escuchando con atención a su alma máter, José Cánovas Bolarín “el Canovillas”.

Pescador, como él mismo dice sin lectura ni escritura por la suerte de sus redes, pero con una sabiduría entrañable y una bonhomía que te impregna nada más sentarte a su lado.

Todo comienza aquí, en este lugar mágico del Mar Menor, con un embarcadero derruido y abandonado, donde los pescadores venían de toda la Mar Chica a bolear, y se quedaban prendados del sitio, de sus vistas ya que se ven todas las Islas que hay en el Mar Menor y marchaban después de un par de días con sus cestones llenos de langostinos y el jornal del mes arreglado.

Aquí también comenzaron las Regatas entre ellos por llegar antes a las Lonjas del pescado, aquí y en los Nietos, apostaban grandes bolsas de dinero a ver quien era el Laúd más rápido y pendenciero.

Este albergue ha acogido personajes ilustres de nuestra Región, y de toda España, sus calderos son la quintaesencia de nuestra gastronomía marinera. Dichoso el invitado que los haya conocido. No se venden, no se compran, se llega por la gracia de la Vela latina y por Ángel Luis Celdrán, espalda plateada del Vivero.

Pepe y la familia Celdrán tienen un vínculo de sal y arena. Muchos años de calar trasmallos al caer el sol y recoger a la prima, para preparar el hierro y las ñoras y oler a Mar Menor en un kilómetro a la redonda.

Cada caldero es el último, esa es la broma que se gastan entre ellos, ese es el desafío, así siempre sale excelente, y la mesa no deja de ser una excusa para la tertulia y la chanza y los asiáticos y los destilados y las risas y los abocones . Aquí la vela latina lo es todo.

«¡Que yo gané el desafío de los Nietos, cuando Don Tomás Maestre daba la salida disparando su revólver! ¡Que no! ¡Que fui yo … tu te fuiste al agua con los davantes y el zapope enredado!»

Discuten jalean y ríen, reviven sus aventuras de lobos de mar en tierra. Al Canovillas de 88 años ya no lo podemos embarcar, le fallan las piernas, pero sentado desde la orilla, este sábado acudió a su cita con lo que le pertenece, su Vivero lleno de botes de 21 palmos y laúdes de 33 y 42, y sobre todo el SUR. En su casa tiene muchas fotos pero la del Sur está en lugar de honor.

Todos los años nos juntamos la Familia Latina en esta esquina del cono Sur del mar Menor, para rendir homenaje a los pescadores, a sus artes, a su comida , a sus botes y sobre todo a su carácter, que ha marcado la historia de la humanidad.

Pescadores eran los apóstoles y navegaban sobre madera en barcos como los nuestros, sobre madre nuestro país ha construido un Imperio transoceánico, el único que ha habido, aunque le pese al resto del mundo. Hemos circunnavegado este planeta los primeros y ahora que se cumplen 500 años de esta gesta indescriptible nuestro Circuito de latinos del Mar Menor lleva su nombre: V Centenario.

Este fin de semana el III Trofeo Parador del Mar Menor, Gran Regata de Vela latina del Vivero, organizada por el Club Náutico de Cabo de Palos, ha sido muy especial.

Nos acogieron la familia Macián Lasén en su casa, son hijos del que fuera mano derecha de Tomás Maestre, y además armadores de tres botes de 21 palmos, Antonio nos deleitó con un arroz de pollo y costillejas increíble.

Sábado tarde dimos la primera manga de 21 y a la noche una gran Barbacoa en la playa, como antaño.

El domingo dimos la Gran Regata, con todos los barcos navegando a la par, las tres clases, nunca se había hecho antes y fue un éxito. Después el maravilloso caldero del restaurante del Parador del Mar Menor animado por un banda de Bosa-Nova, con Franky, Alvaro y Antonio, que nos hicieron bailar hasta el anochecer.

Bailaron príncipes, condes y plebeyos, pescadores y señoritos, mientras se bebían barriles de Punta Este, ayudando con la música a ampliar las sonrisas de los presentes.

Es un placer reivindicar nuestras históricas y gloriosas raíces marineras, somos hijos del Mar Menor, esperemos que todos respeten nuestra genética y trabajen para cuidarlo y conservarlo.

Que todo murciano sepa que después de su apellido viene, marmenorensis… como si Linneo les hubiera bautizado de nuevo.

Reportaje fotográfico (autores: Ángel Maciá, Ramón Olmos y Emilio Gil)