29 de julio…

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Las revistas nacionales ya le dedicaban en 1914 amplios reportajes a Cabo de Palos. / DLM

…de 1900:

“El lunes próximo llegará á esta ciudad procedente de Cabo de Palos, el Ilustrísimo Sr. Obispo de la Diócesis [Tomás Bryant Limermoore], á bordo de la lancha de vapor de las Obras del Puerto

…de 1902:

Al parecer ya había suficientes veraneantes y casas en el nuevo núcleo costero como para poner en marcha un programa de festejos estival…

“Hemos tenido ocasión de admirar el magnífico y artístico cartel anunciador de las suntuosas fiestas que este año han de celebrase en el vecino paraje denominado Cabo de Palos, lugar delicioso donde acude todos los años en la temporada de verano, lo más selecto de toda la provincia.

En el programa figuran escogidos números tales como Diana, Verbenas, Tómbolas y Kermeses, inauguración del Teatro Circo, procesión, carreras de caballos, fuegos artificiales, corridas de toros con la mismísima “Doña Tancreda”, y cuatro días de Juegos florales.

El programa por el que se ha de regir este último y culto festejo, se repartirá profusamente mañana miércoles y tenemos la completa seguridad que han de llamar la atención, por los escogidos temas que han de ser objeto del certamen.

Damos nuestra enhorabuena el “salón Espera” que ha sabido llevar á Cabo de Palos un programa tan selecto y escogido que puede competir con los primeros festejos del mundo y que hablan muy alto de la cultura de aquella colonia”.

…de 1912:

Al parecer la gran cantidad de veraneantes de alto poder adquisitivo y preparación cultural que se concentraban en Cabo de Palos durante el verano hizo que se creara un pequeño grupo de pensadores que, entre lo lúdico y lo cultural, decidieron fundar una “Academia” desde donde redactaban textos que enviaban a la prensa regional para su publicación…

“Esta Academia se complace enviándole un afectuoso voto de gracias por su amabilidad al publicar nuestra primer carta…

…En Cabo de Palos hay que hacer una vida muy en consonancia con la Naturaleza y esta queda siempre tan alejada de las luchas y mezquindades humanas, que influidos por su indiferencia pensamos cómo andando los años podrá decirse de cuanto pequeño ahora nos interesa, lo que Jorge Manrique dijo de los devaneos de su tiempo:

‘¿Qué fueron sino verduras de las eras?’

[nosotros] tuvimos que proceder á la difícil tarea de poner la carnada en el anzuelo, mientras que uno de nuestros compañeros (más bucólico que poeta) lamentaba aquel desperdicio de chirrete, pensando se aprovecharía mucho mejor comiéndolos á la hora del almuerzo fritos en ramilletes. Ya las predicciones de nuestro compañero comenzaban á realizarse pues los peces veían la carnada sin tener la bondad de engancharse y hasta dos de los improvisados pescadores habían creído más oportuno soltar la caña y dedicarse á versificar, cuando nuestro querido presidente sintióse atraído hacia las profundidades del mar con una fuerza irresistible: ¡han picado!¡han picado! exclamaba entre triunfante y temeroso mientras se esforzaba inútilmente por sostenerse en su sitio; todos nosotros, al verle en tan grave aprieto nos lanzamos en su auxilio y sosteniéndolo gritábamos alborozados. ¡un mero!¡un mero! Por fin el anzuelo salió del agua y nuestras ilusiones quedaron reducidas á la realidad de un mero… pececillo.

Afortunadamente, no contaban para comer aquel día, con los productos de su pesca.”


Esta y otras efemérides están recogidas en el libro De Cabo de Palos a La Manga del Mar Menor. Del siglo XV al XX, de José Luis Domínguez.

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