Prometo ser,
mientras contemplo campos y mares
en una comarca milenaria, en Cartagena,
y soy porque vivo
en ti,
en tu cuerpo, en tu historia
desde tus ilusiones,
que compartimos y multiplicamos.
Aprendo de lo que fue,
de cuanto vino,
de lo que será.
Me cuido,
y te cuido, nos cuidamos,
y nos regalamos
una valentía que colorea
los anhelos
que nos hacen ser siempre jóvenes.
Eres, Cartagena,
el valor mismo de la experiencia.
Prometemos, nos prometemos,
pero sabemos desde ya
que es solo un ritual.
La suerte está echada:
hace tiempo que cayó
de nuestro lado.
Por eso, desde el azar mismo,
nos sabemos juntos,
juntos por siempre:
Madre e hijo,
el hijo con la mejor Madre.
Juan Tomás Frutos.