Reflexionando

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Estamos en jornada de reflexión y tras un tsunami de ocurrencias de todos los colores, casi puede decirse que las personas de a pie nos encontramos en un estado comatoso, con unos niveles de hartazgo difíciles de superar. Y entre los temas estelares que nos atañe local, regional y nacionalmente, brilla esa estrella de los mares que es el Mar Menor creando titulares, movilizando medios y dejando caer bonitas palabras.

Las palabras que encabezan propuestas en programas o arengas electorales del estilo potenciar, impulsar, incentivar, promover, fomentar, etc. son ciertamente etéreas por lo que presuponen una serie de acciones que no comprometen, en medio de una jerga que aburre hasta a las piedras, y existen en ausencia de responsabilidad. Estas palabras se unen a determinadas propuestas muy populares, cuando las ideas propias están ausentes, como hacer planes y estudios, crear comités y comisiones, prometer gratuidades varias o implementar nuevas reformas (sobre todo educativas) entre otras. Toda esa amalgama conforma el programa de cada cual. Es un acto heroico sin parangón leer todos los programas y compararlos, además de ser algo totalmente inútil hoy a menos que una sepa que está leyendo una novela de ficción.

También es importante añadir el asunto de la alternancia política que en España se presiente como una guerra fratricida de vencedores y vencidos. Cuando gobiernan unos esgrimen que la llegada de los otros es el cataclismo. Cuando gobiernan los del cataclismo, dicen lo mismo, pero a la inversa, de los otros. Si se suman nuevos, son inexpertos desaconsejables. La intención que subyace en esos discursos totalitarios es la de montar una hegemonía sin alternancia alguna, una dictadura democrática si es que eso existe o un reinado perpetuo al estilo de Su Graciosa Majestad.

Si salimos de las mayorías absolutas, las benditas matemáticas son un arma de destrucción masiva en este país. Ellas dicen que deben pactar para tener la mayoría parlamentaria suficiente y sacar adelante las decisiones acordadas. Las matemáticas son fundamentales y casi siempre, un hueso duro de roer, pero es que además son libre pensantes. Para los resistentes hay otra opción, la abstención, pero al parecer hemos llegado al punto en que hasta eso ha perdido su valor. Y ya por seguir gastando y volviendo al estado catatónico de la campaña electoral, tenemos la opción de nuevas elecciones con idéntico resultado. ¡Ahí es ná!

Respecto a la ubicación espacial y la geometría se dan desplazamientos horizontales, tipo zurdos, diestros y centrados, enriquecidas con extremos, y luego puntos independientes que no están sobre la recta. Alguno incluso no se sabe cómo se define espacialmente porque se desliza. La geometría anda políticamente españolizada y no hay fórmula capaz de unir un mínimo de puntos que generen un espacio común.

Lo bonito es que España es un país heterogéneo de norte a sur y de este a oeste. Nuestra nacionalidad tiene el valor de una identidad común que suma. Esto se recoge en nuestra Constitución y en su elaboración, en las personas capaces que la trabajaron. La evolución quizá lleve aparejados cambios, pero siempre en positivo y sobre una base sólida ya construida. Para eso necesitamos personas serias y capaces.

Si dejasen de coser y descoser continuamente en monocolores diferenciados y alternasen colores e incluso entretejer unos con otros tendríamos una sola pieza con las mejores propuestas de base para continuar tejiendo. ¿Se imaginan una España multicolor y bien cosida? ¿se imaginan un Mar Menor sin vertidos, protegido y respetado por fin?

En la laguna atardece, desde mi atalaya la observo. Veo todos los colores coexistir en la imagen que hay ante mí. Pregunto a mi mar si comprende todo lo que han dicho sobre su estado, su cuidado, su salvaguarda. Pregunto cómo se siente luchando como lucha sin descanso. Una pregunta emerge ¿estará la clase política a la altura de las leyes de la naturaleza?