Operación Úrsula: submarinos nazis frente a Cabo de Palos (y II)

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Fotografía de la tripulación del submarino realizada el mismo año de su hundimiento / DLM

A Isidoro de la Orden, el comienzo de la Guerra Civil le había pillado a bordo del submarino C-3, construido en Cartagena y entregado a la Armada el 4 de Mayo de 1929. Marinero señalero, padeció las incertidumbres que se produjeron los primeros días de la Guerra Civil. La orden de salir a patrullar el Estrecho de Gilbraltar lo desplazó a Málaga, en cuyo puerto fue depuesto su comandante, el teniente de navío Viniegra, saliendo el 21 de Julio con destino a Tánger como escolta del buque tanque Ophir e interviniendo, en los días siguientes, al bloqueo del Estrecho.

El 15 de Agosto fue despachado para el Cantábrico, teniendo que volver a Cartagena por un fallo en las máquinas (probablemente un sabotaje) y saliendo de nuevo diez días después.

Tras un prolongado período de patrulla por el Norte, volvió a Málaga el 8 de Octubre, para retornar a Cartagena días después.

Se hizo nuevamente a la mar entre el 10 y el 11 de Diciembre, poniendo proa a Málaga, donde se unió al resto de la Flota Republicana surta en ese puerto, con órdenes de salir a patrullar al día siguiente.

La madrugada del 12 de Diciembre, el C-3 salió del puerto de Málaga con rumbo a la punta de Calaburras. La inteligencia republicana había avisado de la presencia en la zona del poderoso crucero Canarias y se prevenía de un posible bombardeo sobre Málaga. La misión del C-3 era de servir de aviso temprano ante la aparición del crucero, con lo que estableció un rumbo en zigzag frente a la bahía de Málaga.

A bordo, la dotación se afanaba en sus labores cotidianas. Al medio día, la guardia entrante se dispuso a comer. El menú constaba de un caldo gallego y huevos fritos con tomate, que la dotación devoró con el hambre que da la juventud. Al pasar frente a la cocina del submarino, Isidoro fue interpelado por el cocinero, muy atareado en ese momento, preparando el menú de la guardia saliente, rogándole que subiera a cubierta para arrojar la basura. La buena disposición de Isidoro para ayudar a su camarada le salvaría la vida.

Tras el preceptivo permiso del oficial al mando, Isidoro subió a cubierta, disponiéndose a arrojar su carga por la borda. Eran las 14:19 horas de un día en calma, apenas sin viento y con buena visibilidad. Entre otros buques, Isidoro distinguió la silueta de un destructor, con el numeral H-09 pintado en la amura. Se trataba del HMS Acasta, un destructor inglés que estaba realizando barqueos de ciudadanos británicos entre Málaga y Gibraltar.

Fotografía de Úrsula hija de Dönitz y casada con el comandante Hermann Hessler, de quien cogieron el nombre para la operación / JB
Fotografía de Úrsula hija de Dönitz y casada con el comandante Hermann Hessler (dcha.), de quien cogieron el nombre para la operación / JB

En la vela, haciendo su vigilancia, se encontraban el comandante del submarino, alférez de navío Antonio Arbona, el oficial de derrota, capitán mercante Agustín García-Viñas y el marinero Asensio Lidón. De pronto, todo se volvió confuso.

Isidoro fue proyectado por el aire, chocando con los cables que pendían de los postes de la telegrafía sin hilos, que le produjeron varias heridas, hasta que cayó al agua. Cuando pudo recuperarse, el submarino C-3 había desaparecido de la superficie, en la que flotaban, además de restos del submarino, los hombres que estaban en la vela. El comandante, que mostraba graves heridas, desapareció bajo el agua, quedando solo el grupo formado por Isidoro, García-Viñas y Lidón.

Los náufragos fueron recogidos por un pesquero que, testigo del ataque, se acercó a la zona del hundimiento, y trasladados a Málaga. El destructor inglés, haciendo gala de flema británica, levantó el fondeo y su comandante, consciente de lo que había sucedido, fue a fondear a una zona más protegida frente a ataques de submarinos.

Un rato después, el almirante Boehm recibía el siguiente radio “A las 14:19 hemos hundido submarino de la clase C delante de Málaga, en la bahía se hallaba fondeado destructor inglés H09.”

El mensaje procedía del U-34 que, en su camino de vuelta a casa, se internó en la bahía de Málaga en busca de blancos de oportunidad. A través del pericopio, su comandante, Harald Grosse, contempló la silueta del submarino C-3, fácilmente identificable en aquel claro día de Diciembre. De inmediato, dictó orden de ataque. El calculador de tiro de torpedos empezó a trabajar y pronto se encontró la adecuada solución de tiro, pasando los datos al torpedo que habría de ser lanzado y ajustando su velocidad, rumbo y profundidad.

Torpedo, los! La orden retumbó por los intercomunicadores del submarino hasta llegar a la sala de torpedos de proa, donde un torpedista accionó la palanca que liberaba al torpedo de su encierro en el tubo de lanzamiento.

La distancia entre ambos buques no era excesiva y aunque hubiera sido detectado el lanzamiento y avistado el torpedo, poco podía hacer el C-3 para esquivarlo. El torpedo culminó su carrera impactando a popa de la vela del submarino. En medio de una columna de agua que se elevó varios metros de la superficie del agua, el submarino C-3 se partió en dos, llevándose a las profundidades las vidas de 37 marinos.

Discretamente, el U-34 continuó su marcha y se reencontraría con su homólogo para volver a Alemania, a donde llegaría justo antes de las Navidades.

A partir de ese momento, solo los submarinos italianos patrullarían el Mediterráneo, hasta la adquisición por parte del bando nacionalista de cuatro unidades a Italia, de las que dos servirían definitivamente en la Armada Española: el General Mola y el General Sanjurjo.

Recuperado de sus heridas y terminada la guerra, Isidoro de la Orden volvería a Cabo de Palos, a ejercer su oficio de pescador hasta que, años más tarde, abrió el popular Restaurante Kati, en la playa de Levante, ofreciendo a su clientela exquisitos calderos.

Isidoro aborrecía los huevos fritos con tomate, fruto de su amarga experiencia que nos relataba cuando compartíamos con él algún aperitivo en la terraza de su establecimiento.