El día se ha creado
para esta Tierra
que llamamos emoción
aunque el nombre registre
otras propiedades y definiciones.
El alba nos regala
el fresco de miles de años
que nos repone
con sensaciones múltiples,
enormes, variadas.
Hemos estudiado sin técnica.
La academia es este lugar único,
que quiere ladear lo disperso.
Hemos de conservar
las incógnitas y el misterio,
que nos han de permitir
las ilusiones que nos mantienen en pie.
Las intenciones de la mañana
son aupadas por gaviotas
y peces que marcan el deseo
como referencia y con tesón.
Todo es perfecto,
o lo parece.
Nos llamamos a la cita,
al encuentro, a la reconciliación,
en primer lugar con uno mismo.
Estamos pendientes de ser.
Sabemos que la jornada y el punto de mira
se alían de verdad
por y para una actuación que es infinita:
todo lo dicta lo inmaterial.
La tierra y nosotros estamos en unidad.
Juan Tomás Frutos.